sábado, 3 de julio de 2010

Dark Dusk: Capitulo XXVII



Stuart Preston and CIA

Stuart Preston estaba en su oficina de Washington. Como desde hacía varias semanas pasaba largas jornadas de trabajo con un ajedrez magnético sobre las rodillas, en un interminable duelo contra si mismo. Cualquiera que hubiese visto sus piernas sobre el escritorio habría dudado que se ganase el sueldo que todos los meses, puntualmente, el despacho federal de investigación criminal le ingresaba en el banco, nada más lejos de la realidad.

Sus calcetines reposaban pulcramente doblados dentro de sus zapatos de cuero marrón, una concesión excentrica para escandalizar a su esposa. Su chaqueta descansaba en una percha ergonómica que se trajo de casa. Stuart odiaba la arruga que dejaban en el cuello las perchas oficiales.

-Señor Preston, el gran jefe quiere verle. -Harry Perkins, un agente sin despacho propio asomaba la cabeza por la puerta.
-Harry, ¿Ha oído algún rumor acerca de que me como a la gente?
-No, señor. -Se apresuró a contestar.
-Entonces haga el favor de entrar.

Un Harry Perkins en calzones atravesó el umbral de la puerta.

-Es el gran jefe, quiere verle.

Stuart actuó como si el rey vistiese ropas suntuosas en lugar de ir desnudo.

-¿El gran jefe? ¿Ronald? -Preguntó asombrado

Harry abrió mucho los ojos y estalló en carcajadas.

-No -Como pudo, luchó contra la paralizante fuerza de la risa- Webster.
-Pero, ¿No se había marchado a la compañía?
-Ufff -Serenándose un poco, Harry se secó unas lágrimas traviesas que le corrían por la mejilla y dijo- aún está con el cambio de poderes. -Salió, cerró la puerta y otra sonora carcajada llegó a los oídos de Stuart.


Vaya cagada, los chicos se burlarían de él durante meses, en fin, ¿Qué se le va a hacer? Abrió el cajón y depositó con toda delicadeza el ajedrez dentro, lo cerró y se puso los pantalones que colgaban del respaldo de su silla, calcetines, zapatos, corbata y chaqueta.
"¿Qué coño querrá William Hedgcock Webster de mi?" Se preguntaba mientras bajaba al sótano 20 escoltado por dos corpulentos miembros de seguridad.

Cuando entró en el despacho del gran jefe, William Webster le esperaba junto a una máquina con la que estaba destruyendo documentos.

-¡Hola Stuart! lo estaba esperando. -La cara de concentración dio paso a un gesto risueño mientras le señalaba un sillón. William Webster se sentó en el sofá de al lado, tan cerca que podría cogerle la mano. -Te estaba esperando. -Repitió esta vez tuteándolo.
-Pensaba que ya no estaba entre nosotros señor Webster.
-Aún estaré por aquí una temporada, y también por allí, -sonrió- de hecho, eso es algo de lo que quiero hablarte.
-Usted dirá señor Webster.
-William, por favor -sin dar tiempo a ninguna réplica continuó con la charla- quiero que te ocupes de algo. Es un tema delicado al que la prensa ya le está hincando el diente, y ya sabes que la carroña periodística quiere acabar con este gran país.
-La libertad de prensa es un cáncer. - Apuntilló Stuart.
-Cierto, por suerte, de momento, no saben sumar dos y dos, osea, que van dando palos de ciego. Pero eso no durará para siempre y quiero que alguien de confianza aclare las cosas antes de que sea demasiado tarde.
-¿De qué se trata -"Señor Webster"- ... William?
-El cruel asesinato de un policía de Oakland y su esposa. Algún tarado malnacido hizo una carnicería, y no podemos permitirlo.
-¡Dios mio qué horror! -Dijo Stuart con fingido espanto - ¿Hay algo más?
-Si, sabemos que ese cabrón se folló la cabeza decapitada de la muerta. Quiero a ese hijo de puta colgado, en la silla eléctrica, con la inyección o de la manera con la que se deshagan de la escoria en ese estado de mierda.

"No me ha entendido"

-Ese será mi objetivo William -"Seré más explicito a ver si ahora me entiende" - Dígame, ¿qué es lo que teme que averigüe la prensa?
-¿Eh? -A William le costó reaccionar después de sus dulces ensoñaciones sobre la pena capital- Ah, pues... El poli investigaba el asesinato de Abert McCoist un importante "amigo" de la mafia de la costa oeste, incluida la política.
-¿Creé que por eso lo mataron?
-Lo creemos, lo creemos. Pero aún hay más. McCoist era el representante musical de un grupo de hippys rockeros. Tenían un concierto la noche en que murió, por supuesto son todos sospechosos -William hizo extraños movimientos con las manos, como para espantar una mosca y con un tono de mortal aburrimiento dijo - pero es un tema demasiado farragoso, toma, léete esto- un informe del tamaño de una guía telefónica apareció en las manos de Stuart como por arte de magia - Es lo que sabemos, cuando termine, repase esto otro - cuatro o cinco folios con una grapa en la parte superior izquierda pasaron a coronar la montaña de papeles - es lo que creemos que está pasando, pero claro, ahora eres tú el que debe confirmar nuestras conclusiones. -Una mueca de infinita felicidad se dibujó en el rostro de "William"; Stuart pensó que ese era el rostro del perfecto hijo de puta.
-Y así lo haré -"Me cago en la puta, me mandan a Oakland".
-Bueno Stuart, hay otro tema del que quería hablarte -unas palmaditas en la mano que Stuart apoyaba sobre el brazo del sillón, acompañaron sus palabras.
-William, soy todo oídos.
-¿Qué te parecería un cambio de aires? Necesito gente de confianza en "la compañía", gente como tú.
-Nunca habría imaginado mejor colofón a mi carrera que serle útil señor Webster -Stuart dejó que su inevitable peloteo inundase la habitación.
-No esperaba menos de ti Stuart -El buen humor del gran jefe era evidente- Te aseguro que no te arrepentirás de esta decisión. Anda, firmame estos papeles y ya seras un agente de la CIA en funciones, a falta del nombramiento oficial, por supuesto.
-Por supuesto.
-Más vale que soluciones este lío o en "la compañía" no ratificarán mi nombramiento. Esos pérfidos dinosaurios estarían encantados de joder al recién llegado. -Abrió los brazos con las palmas hacia arriba mientras se encogía de hombros- Solo soy el nuevo director general. En resumen o lo solucionas o podremos limpiarnos el culo con este documento. Ya no tendría ningún valor.
-No se preocupe señor -"Mierda William... Joder que lío"- No parece demasiado complicado.
-Ja, ja, ja... Stuart ¿Y no te has preguntado para qué envío a un agente de la CIA a hacer el trabajo de la policía? -El señor Webster estaba disfrutando con "sus misterios".
-Pues lo cierto es que -"Ni se me había pasado por la cabeza"- me lo estaba preguntando desde el mismo momento en que me planteó la misión, pero no acostumbro a cuestionar las ordenes.
-Muy hábil Stuart, es usted un ejemplo para todos los jóvenes agentes engominados, por eso le quiero a mi lado. -William Webster hizo una pausa, miró intensamente a Stuart, que se olía lo peor y le soltó la bomba- La CIA se tiene que encargar de esto porque el policía asesinado en Oakland era un jodido espía comunista.
-¡No me jodas! -Dijo Stuart.


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