miércoles, 6 de enero de 2010

DARK DUSK: CAPITULO XXII

¿DONDE ESTÁN LAS LLAVES?

Salió del edificio como alma que lleva el diablo. Cruzó la calle y avanzó a la carrera más de cincuenta metros hasta llegar al coche. "Nunca aparques en la puerta del lugar del crimen" le solía decir siempre sonriente, y ahora no estaba.

Bob se agarró con fuerza al volante. Se dejó llevar por la desesperación. Se golpeó varias veces la frente contra el volante, luego pateó y lanzó puñetazos en todas direcciones, al volante, el parabrisas, el salpicadero y entonces se calmó. Seguía llorando, pero Bob estaba más relajado, había tomado0 una decisión. Sacó su pistola de la sobaquera y la dejó sobre sus piernas. La observaba hipnotizado. La agarró de nuevo con fuerza y se la llevó a la sien, recordando momentos vividos junto a Pet y que nunca más se repetirían. Después pensó que quizá fuera más eficaz metérsela en la boca y así lo hizo. Cerró los ojos. Las lágrimas le resbalaban por el rostro hacia la barbilla, donde se juntaba con la sangre de su oreja que, ya coagulada, le manchaba la cara y a los mocos que que le goteaban de la nariz. Hilos de saliva caían y le mojaban los pantalones en una patética imagen de película de terror.


-¡Pero que asco me estas dando Bob!

Bob abrió los ojos, sorprendido al reconocer la voz.

-¡Sacate eso de la boca, no seas estúpido!

Bob se sacó el arma y con los ojos desorbitados miró en el asiento del acompañante. Alargó el brazo y tocó el hombro de su interlocutor...

-Espabila Bob, no tardará en llegar la policía, recuerda que hay un cadáver ahí dentro- Dijo señalando el edificio del que Bob acababa de salir.

Este hizo amago de arrancar el coche, pero su mano se cerró en el vacio.

-Tengo las llaves en el bolsillo...

Se inclinó hacia el acompañante dispuesto a palpar en sus bolsillos, pero...

-Vamos, tu eres mucho más listo- Le dijo estas palabras con una mirada de profundo respeto y esto hizo reaccionar al joven que hacía solo unos instantes lloraba como una maricona que ha derramado su último frasco de popper.

-¡Lo siento Pet! Voy a por las llaves- Y salió corriendo hacia la escena del crimen.

Con un pañuelo trató de enjuagar la mascara de fluidos que cubría su cara, mientras , observaba el pasillo lleno de vidrios rotos y al fondo el cuerpo de su amigo muerto junto a la puerta abierta. Dudó en avanzar por temor de alertar al pistolero.

-¿Pero qué haces? ¡Que viene la poli! Date prisa- Pet le hablaba al oído. Bob no sabía que hacer, tenía miedo, ¿y si el judío le viese regresar? acabaría corriendo la misma suerte que su amigo y mentor Pet.

-¡Dios mio! ¿Qué ha pasado aquí?- Gritó Pet.

Bob dio un respingo, pero enseguida captó el mensaje y a su vez, gritó:

-Llamen a la policía ¿Está bien señor?- Bob avanzó haciendo ruido hasta el cuerpo sin vida de PET, le palpó los bolsillos y sacó las llaves.

-¡Aún respira! Una ambulancia

-Ja, ja, ja, pero si estoy más tieso que la verga de un pastor en una sala X. Anda, coge también la cartera. En el bolsillo de atrás.


Bob, visiblemente nervioso y a un metro escaso del lugar de la emboscada, cogió también la cartera y salió corriendo. Un vecino curioso ya asomaba la cabeza.

-¡Está herido!¡Policía! gritaba Bob mientras huía.

El vecino se le quedó mirando mientras corría hacia la calle "Que te jodan" exclamó y se retiró de nuevo a su madriguera.

De nuevo Bob corrió hacia el coche, pero esta vez con las llaves en la mano. Arrancó y se fue. Antes de doblar la esquina ya oía las sirenas de la policía, lo que no sabía es que se dirigían a otro lado. Nadie denunció el tiroteo, ni el muerto del pasillo. Cathy siguió las instrucciones de Meyers para deshacerse del cuerpo y no apareció hasta 1994 en circunstancias, digamos, "peculiares" aunque eso es otra historia.

-De menuda me he librado ¿Eh Pet?- Dijo Bob.
-Oye...
-Dime Pet.

Pet sonrió ampliamente, con una sonrisa que habría cautivado a cualquier ser humano capaz de verlo. Sus dientes relucían más blancos, incluso, de lo que jamás lo hicieron en vida.

-¿Sabes que estás un poco loco?

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