martes, 10 de noviembre de 2009

REFLEXIONES DESDE EL PARAÍSO o KILLER


Cuando me contratan, me suelen entregar un dossier bastante detallado con los movimientos, domicilio, propiedades y vehículos del futuro fiambre. Por supuesto, exijo también una fotografía. Imaginen que me dicen: "debe usted matar a Sarah Connor" pues bien, resulta que había tres mujeres con ese nombre, ¿menuda matanza no?, a veces incluso me envían un plan ya desarrollado para la ejecución, pero yo digo: "¡Eh! Soy yo quien se juega el culo, yo me haré mi propio plan". No dejaré que ningún idiota incapaz de solucionar sus problemas hablando me haga sentar en la silla eléctrica.

Desde el momento que me hacen un encargo, me empiezo a dejar la barba. Se trata de que no me reconozcan cuando hago un seguimiento a la presa. Así, la barba fue creciendo mientras confirmaba datos. Sus propiedades, sus números de teléfono, ¡El hijo de puta no ha pagado una multa desde las olimpiadas! ¡Ja! merece que le maten.

Cuando unos días después me decidí a seguirlo, mi rostro ya no era reconocible bajo la barba aún no demasiado poblada. Le esperé en la esquina de su casa, una mansión en el 5552 de Glenbrooks Drive. Le seguí a cierta distancia, hasta llegar al club de striptease Men Of Exotica de la calle Pearl, donde como ya me habían informado, era asiduo. Entré para tener la primera toma de contacto, cara a cara, aunque más bien, era yo quién debía ver su cara y no él la mía.

Abrí la puerta del local, que a pesar de ser las cuatro de la tarde, estaba atestado. Los trabajadores del puerto gastaban sus pagas en ver a esos deliciosos cuerpos contonear sus curvas fibrosas. Al entrar, solo tardé unos segundos en darme cuenta del grave error que había cometido. En cualquier ciudad de Israel, mi aspecto, rodeado de Ortodoxos, no habría llamado la atención, incluso en Nueva York, sería uno más en la jungla urbana, sin derecho ni a una mirada, pero en Oakland, esta ciudad de paletos y maricones, yo era un tipo raro, un tipo muy raro con esa barba descuidadísima y mi traje diplomático. Incluso vi a un tipo que le daba un codazo a otro para que me mirase, justo lo que quería evitar. Estaba rodeado de caras rasuradas y mostachos a lo Charles Bronson, al que venero desde Death Wish 3, incluso me compré uno de esos pistolones para matar elefantes que tanto usa en sus películas. Estoy impaciente por ver la cuarta entrega que estrenan en Noviembre. Por suerte, la "carne muerta" no estaba presente, debió ir directamente a uno de los reservados.

Salí de allí a toda prisa. Esa misma noche me afeité, y me dejé uno de esos mostachos tan populares. De paso, cambié mi fondo de armario, unos vaqueros con las perneras arrancadas y una camiseta de tirantes ajustada. Si, lo sé, parecía un maricón, pero es que tanto San Francisco como Oakland están llenos de sarasas.

Con mi nuevo look perseguí a McCoist por toda la ciudad, lo vi en Garibaldi's, un restaurante de lujo, cenando con James A. Cougar y con Ken Stabler, una vieja gloria de los Raiders. Lo vi abordo de un yate en plena fiesta privada bajo el Golden Gate, donde pude observar que departía con el Alcalde y un Capitán de policía de aspecto puertorriqueño. Lo seguí por Harbor Avenue mientras conducía un Olds descapotable cargado de putas caras, e increpaba a las putas baratas. Y también lo vi varias veces entrando en un despacho en la sala de conciertos Stork, donde actuaba como si fuese el dueño a pesar de no figurar como propietario. En general se trataba de un tipo que sabía divertirse. Toda la vigilancia la pude llevar a cabo sin incidentes, a excepción de un tipo al que noqueé en Arny's por tocarme el culo.

La decisión fue fácil, puesto que "Al" se movía por todas partes sin escolta, lo ejecutaría en su despacho del Stork, antes del concierto.

Cuando después de todas las labores de vigilancia me dispongo a pasar a la acción toca el ritual del afeitado, pongo mucho empeño en ello, puesto que precede a la matanza. Me concentro al máximo y me aseguro de no dejar ni un solo pelo en mi cara. Me gusta hacerlo a navaja y mientras me miro en el espejo, muchas veces, me imagino degollandome a mi mismo. Deformación profesional, supongo...

Menuda cagada, se me hizo tarde limpiando el arma, me quedé ensimismado colocando el silenciador, rellenando cargadores y endureciendo el gatillo. Las armas son hermosas y el tiempo que les dedicas nunca es tiempo perdido. Así que me marché al concierto temiendo que McCoist estuviese viendo a sus chicos en la sala, en lugar de encerrado en su despacho, porque resulta que Al McCoist, entre otras muchas cosas, era representante musical. Iba a ser una gran pérdida para la comunidad.


Cuando logré entrar tocaba Dark Dusk.

... Your head ... Is Dead...

Y no lo hacían nada mal.

... You´re a fool... In a wonderful ¡World!...

Subí corriendo las escaleras y sin mediar palabra rompí los dientes al gorila de la puerta con el cañón de mi pistola, antes de que cayese al suelo, le aticé de nuevo con mi arma en la sien, este golpe es muy peligroso, porque puedes matar al que lo recibe y quizá no sea esa tu intención.

...(batería) ... (guitarra)...

El batería era muy bueno, de lo mejor, los guitarras del montón, unos pintamonas diría yo.

Metí al gorila en la sala del técnico de sonido, y como suponía, este, no se dio ni cuenta. Mal día para empezar como guardaespaldas muchacho. Hay que joderse, nunca llevaba escolta, y precisamente ese día... Pero eso significaba que estaba dentro, ¿Estaría solo?

Al empujar la puerta lo encontré sentado en su escritorio, me miró sorprendido y vi que iba a gritar cuando saqué la artillería. Le disparé en la boca antes de que emitiese sonido alguno y le metí tres balas en el corazón mientras se desplomaba hacia delante. salí de allí pitando.

...Pe-li-gro ... De-muer-te...

Estaba casi en la salida cuando me giré. ¡Hostias! Cantan en español... ¿El batería? ¡Dios Mio! ¡Es él! ese hijo de puta. Entré en Shock, lo había encontrado sin proponermelo. Me costó mucho no abrir fuego en ese mismo momento.

... Is a dangerous play... In a beautiful day...


En el despacho, bajo la mesa, gotas de sangre le caían en el pelo. Llorando, trataba de meter la polla del muerto dentro de sus pantalones. Cogió su bolso, se levantó y cuando estaba apunto de salir por la puerta, se lo pensó mejor, y volvió sobre sus pasos. Palpó la chaqueta de "Al" hasta que encontró su cartera, cogió cien dolares exactamente, su tarifa por noche, Caroline era puta pero honrada.

Seguía llorando mientras se abría paso a codazos entre la multitud para salir del Stork. Su pelo estaba ensangrentado, pero nadie se dio cuenta. Todo el mundo estaba pendiente de Dark Dusk.

...And she didn´t want, lady...

Barry era el puto amo.


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